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Mal negocio. Así han calificado a las isapres sus directivos en el pasado. Y año a año vemos que se generan ganancias millonarias.

Cierto que hay otros sectores, como la banca, con retornos mayores. Pero cuando la noticia es que durante 2017 las aseguradoras lograron 70.577 millones, cualquiera quisiera un negocio así de malo.

Hay un juicio crítico fundado en las arbitrariedades y discriminaciones arbitrarias: a las mujeres, a los viejos. Con una integración vertical hecha a la medida de incumplir “legalmente” el espíritu de la ley que la prohíbe.

Pero sus dueños, que el año pasado incrementaron sus ganancias en 40%, por décadas se resistieron a emparejar en algo la cancha hasta que la molestia ciudadana los obligó.

Hoy el Ministro de Salud se indigna, como todos sus antecesores. Hoy el Ministro Santelices, anuncia que le pondrán el cascabel al gato. Pero este gato parece que tiene garras poderosas, porque en su cola aún no suena ningún cascabel. Y cabe preguntarse por qué.

Por qué si transversalmente todos dice que los cambios son necesarios, e incluso algunos creen que hay que eliminar las isapres, por qué ningún gobierno concreta la anunciada reforma.

Mientras las autoridades siguen cautivas del inmovilismo, a los cotizantes les pasa otro tanto: las preexistencias hacen imposible buscar un mejor plan. Es un negocio, pero para sanos y jóvenes.

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