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No será la noticia más llamativa de la jornada. Seguro que las disputas políticas por el Tribunal Constitucional o la ley de identidad de género la opacarán. Pero hoy Chile ha tenido un cambio y para mejor.

Desde hoy rige la Ley de Inclusión Laboral que hará que las empresas con  200 trabajdores este año y con 100 empleados desde el 2019 tengan que emplear al menos un 1% de personas en situación de discapacidad.

Quienes se oponen a las cuotas alegan que a los cargos hay que llegar sin ayuda, pero eso es un error. Porque cuando la cancha es dispareja para algún grupo,  es un deber de toda sociedad emparejarla.

Y ese deber se hace más evidente con las personas que tienen alguna discapacidad. No les falta talento, méritos, ni ganas. Lo que sucede es que se las discrimina. Les cuesta encontrar colegio, apenas el 5% accede a la educación superior, de ese mionúsculo grupo sólo el 1% termina su carrera y encontrara trabajo y sueldo digno es tarea ardua o muchas veces imposible.

Por eso que hoy al entrar en vigencia esta ley comenzamos a saldar con un pasito pequeño, pero significativo, una enorme deuda con estos chilenos. Con esos por ejemplo que usan  una silla de ruedas y a los que convertimos en discapacitados cuando en vez de una rampa los enfrentamos a una escalera. Con los que tiene Sdown y a los que les vemos sus ojos ragados antes que sus talentos.

Sin ellos en las salas de clases, empresas, o espacios públicos todos perdemos. Hoy no les hemos hecho un favor, hemos empezado a dejar de vulnerarles un DDHH: el derecho al trabajo. Y con  eso Chile es un país mejor. Seguro podemos serlo mucho más.

 

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